La medida se concretó el viernes, luego de que la firma responsable ofreciera el 50% de la indemnización en 8 cuotas. También reclaman los sueldos impagos de julio y agosto.
La fachada del edificio ubicado en Cuba 146 refleja ahora el conflicto que se vive puertas para adentro desde agosto: “Paguen los sueldos”, reza la bandera que cuelga del portón por el que se ingresa a la fábrica donde se solían elaborar los fideos Kernis. En lo alto de una de las paredes laterales flamea otra con la consigna “Fábrica tomada”.
Es que si bien las acusaciones de los trabajadores por irregularidades en los pagos obligan a retroceder dos años en el almanaque, la medida de fuerza llevada adelante por los catorce empleados es el resultado de meses sin cobrar y el cansancio por haber estado a la espera de promesas de pago que nunca se cumplieron. La explicación del otro lado fue siempre la misma: “la palmaria”, “la disminución de las ventas” y la “crisis económica”.
Para conocer su historia LA CAPITAL se acercó al edificio y recorrió las instalaciones junto a los trabajadores, que en todo momento buscaron dejar en claro que no están dispuestos a “regalar” sus años de esfuerzo y dedicación.
El panorama descripto contiene, naturalmente, puntos en común con la historia de empresas recuperadas -y por ende previamente abandonadas- de la ciudad. Desde el traslado de máquinas necesarias para el trabajo diario, pasando por el retraso en el pago de los sueldos, hasta la decisión -siempre de palabra- de suspender la producción por algunos días o incluso semanas. El escenario también cuenta con cambios de “patrones”, por lo que hoy sus reclamos se dirigen a más de una firma y a más de un empresario.
Según señalaron los trabajadores, que son patrocinados por el estudio Romero Perin Abogados, hasta 2016 trabajaron exclusivamente para la firma Pilmar S.A, a cargo de la familia Serdá. Pero en octubre de ese año entraron en escena Leonardo Fagnani y Ezequiel Klemencic por TN Pastas, tras una suerte de acuerdo de tercerización en la elaboración de algunos productos. “En el último tiempo, nos pagaba TN Pastas”, aclaran los trabajadores con recibo en mano. Aunque en este punto las firmas no están de acuerdo y se “tiran la pelota” cuando se trata de identificar cuál era la responsable de cubrir el gasto en personal.
Pese a esto, el cambio -definido como “repentino” por los trabajadores- empezó a encender las alertas en la planta, que todos los días vivía situaciones cada vez más llamativas.
Entre ellas está la colación de un alambrado que dividía la planta de elaboración con el espacio físico donde se encontraba el depósito, más oficinas y el nuevo emprendimiento de la firma Pilmar: el centro de elaboración de alimentos para celíacos.
“Nosotros a veces trabajábamos ahí (en la fábrica de alimentos celíacos). Pero un día no nos dejaron pasar más porque nosotros supuestamente ya pertenecíamos a otra empresa”, señala Juan Arrizabalaga, uno de los últimos en entrar a trabajar, hace diez años. El resto, acumula más de treinta en el lugar.
A esas situaciones de incertidumbre se comenzó a sumar el retraso en los sueldos (“Nunca contábamos los primeros días hábiles”, cuentan) y el reclamo por la falta de pago a la obra social.
Esto complicó a todos, pero en mayor profundidad a Sergio Pastrana, que tiene una hija de 7 años con un diagnóstico de leucemia linfoide aguda desde los 2.
“En mi caso, la obra social llegó a enviarle una carta documento para que paguen porque ya tenían los estudios autorizados”, indicó y sumó: “Por suerte está el Materno Infantil”.
Un acuerdo
Desde iniciado el conflicto sólo tuvieron lugar dos audiencias en el Ministerio de Trabajo. La última, fue el jueves pasado y contó con la oferta por parte de una de las partes de liquidar el 50% de los “rubros indemnizatorios” a pagar en 8 cuotas.
“No pienso regalar mi trabajo”, dice y repite Jorge De Luca, uno de los encargados en el organigrama de la fábrica y que ingresó a trabajar en el lugar en 1992.
Según señalan, además de ofrecer sólo la mitad, el monto de las indemnizaciones que se toma es aparentemente menor al que debería ser. “Calculan dos pesos con cincuenta y, además, nos quieren dar la mitad en cuotas”, agregó.
Este viernes, tras constatar la toma de la fábrica, el Ministerio de Trabajo bonaerense citó a las partes a una audiencia de asistencia obligatoria para el martes 11.
“El estado de alteración de la paz social por los hechos desarrollados motiva a esta autoridad de aplicación a la adopción de medidas que puedan restablecer entre las partes un canal de diálogo efectivo que permita arribar a una solución consensuada”, indica el texto de organismo de la Provincia.
“No pienso regalar mi trabajo”, dice y repite Jorge De Luca, uno de los encargados en el organigrama de la fábrica y que ingresó a trabajar en el lugar en 1992.
Navidad tomada
El edificio de Cuba 146 ya no suena como antes. Atrás quedaron los días en los que el ruido de las máquinas interrumpían la tranquilidad de una zona alejada del movimiento de la avenida Juan B. Justo.
Ahora sólo queda el silencio de la espera y el murmullo de una charla que se nutre mate a mate y se hace eco en un gran espacio vacío. “Este lugar está para arrancar”, asegura De Luca, luego de tomar como elogio la observación que esta periodista hizo del orden. Con los ojos recorre el espacio donde antes depositaban la materia prima y agrega: “Quedaron sólo las cajas y los paquetes de las marcas con las que se trabajaba”. Muestra algunas y ofrece otro mate.
Cuando la incertidumbre del mañana entra en el debate, el hombre -alto, con gorra y termo bajo el brazo- dice: “No sé qué va a pasar, pero si tengo que pasar la Navidad acá, la voy a pasar”.